Resumen

Las instituciones escolares se reconocen como “espacios educativos” cuando se puede poner en relación su función primordial, que es garantizar el derecho a la educación de niños, jóvenes y adultos, con el espacio físico que ocupan (espacio que es público y, como tal, de todos) como hábitat. Como espacios que entre todos “hacen” mientras lo habitan y que tiene varias dimensiones: física, vincular, organizacional, simbólica, institucional, todas ellas interdependientes; y que puede, por distintas circunstancias, permanecer “ajeno” a sus ocupantes, o bien generar interacciones creativas, condiciones superadoras de aprendizaje. En cualquier caso es fundamental saber que el ambiente, el hábitat, es una fuente permanente de aprendizaje. Si estos aprendizajes quedan sólo en el plano del “currículum oculto”, es decir, no se explicitan, organizan y contemplan como parte del hacer pedagógico de la institución, operan subjetivamente.

Entre los objetivos se destacan:

• Constituir una comunidad de aprendizaje, construir marcos, dinámicas y mecanismos de organización y gestión que contribuyan a reformular los procesos organizacionales hacia prácticas administrativas y operativas eficientes y eficaces.
• Definir y sostener al interior de las instituciones, mecanismos instituyentes de reflexión/acción sobre las prácticas escolares que refuercen la convivencia, la participación de todos los actores y la desburocratización de procesos.
• Promover el aprendizaje desde la práctica en todos los aspectos que hacen a la vida institucional.
• Analizar, diseñar y aplicar estrategias de transformación de las prácticas obstaculizadoras.