Al respecto, el subsecretario de la Agencia de Prevención de Violencia con Armas de Fuego, Lautaro Sappietro, indicó que “este procedimiento permite controlar el uso de la fuerza letal por parte del personal policial e individualizar las armas de fuego institucionales. Además, puede transformarse en eventual material probatorio que contribuya a la investigación fiscal de hechos delictivos".
Asimismo, "esta política contribuye a la seguridad del personal policial, dado que permite verificar y evaluar el estado general del armamento evitando desperfectos técnicos al momento de su uso", continuó el funcionario.
La registración balística consiste en un proceso que permite individualizar las armas cortas policiales según su correspondiente huella balística. Cuando se dispara un proyectil, cada arma de fuego deja marcas microscópicas en el casquillo que lo contenía y en el mismo proyectil. Para la individualización de las armas auditadas y muestras testigos, se crea un Código Único de Identificación Balística (CUIB).
Este año la APVAF incorporó un nuevo "cañón de recuperación balística". “Dicha herramienta se constituye en un dispositivo técnico que inmoviliza el arma y neutraliza los elementos de la munición eyectados: vaina, casquillo y proyectil. De este modo, se extraen las correspondientes huellas balísticas de cada arma de forma individualizada, y se carga en un sistema de identificación”, finalizó Sappietro.